Rosa es madre de tres hijos y cuidadora de su hermana quien vive con discapacidad. En este contexto familiar, la mujer se planteó el desafío de volver a estudiar tras una vida fuera del ámbito académico. Con algo de miedo, pero llamada por la vocación de servicio, se enfrentó a este nuevo camino que la encontraría con una carrera que hasta el día de hoy la mantiene encantada.
Una noche, conversando con su hija, quien vio una publicación en Facebook, Rosa se enteró de la existencia de la carrera en la sede Antofagasta, fue ahí que su vida dio un vuelco: “Entré de una a la carrera y fue lo más maravilloso que me pudo pasar”.
Actualmente se desempeña como estudiante en práctica en el centro de rehabilitación Tabor, entidad que brinda apoyo a personas con adicciones y alcoholismo, lugar donde ha sido reconocida por sus capacidades y su empatía con los usuarios. “Trabajar en esto es cambiarle la vida a una persona, es darle la posibilidad de que viva de una forma diferente, que se dé cuenta que hay otras opciones de vida. Estoy súper contenta de haber estudiado, ha sido muy difícil, pero ha rendido frutos y tengo ganas de seguir estudiando”.
La estudiante destaca su paso por Ceduc UCN. “Estoy súper agradecida, muy agradecida. Es un ambiente tranquilo, hay harto apoyo a los estudiantes, por ejemplo, a los que son trabajadores. En ese sentido, como son carreras pequeñas, los profesores se aprenden tu nombre y se genera vínculo con los compañeros”.
Rosa Brizuela Véliz terminará su práctica en abril próximo y en unos meses cumplirá 60 años, siendo un ejemplo que la edad no es impedimento para hacer realidad el sueño de estudiar en la educación superior técnico profesional. “Sobre todo para las personas jóvenes, nunca es tarde”. “Yo vengo con una visión de que estoy aprendiendo y que me falta mucho por aprender y estoy feliz por eso, yo tengo solamente gratitud por esta experiencia”.